Es verano. Las calles son de tierra. Al fondo, se observan montañas áridas que se mezclan con los suelos de un barrio emergente en la ciudad de Lima. Dos niños bailan en la parte alta de una casa. Intentan que el zapateo tenga ritmo. –No, no, no. ¡Así no es! No sabes zapatear, tiene que ser así- Dice la niña al niño. Se escucha un taca, ta taca, taca, ta taca de los zapatos. Al fondo se alcanza oír los ladridos de los perros del callejón. La niña interrumpe su improvisada clase de baile al distraerse con la bulla de los perros. Ladran muy cerca de la puerta. La niña se asoma por el borde de la casa sin paredes a ver, quién ha llegado. La pequeña se percata de la visita y grita: ¡Fausta te llaman!
Cuidosamente Fausta, abre la puerta. Asoma su rostro silencioso. Sonríe ligeramente e inclina su cuerpo, aún rígido, al piso. Hay brisa. Quizás la misma brisa que ha alejado el miedo de Fausta por los hombres. Su amigo, el jardinero, le ha dejado en el piso de la puerta una maceta con flores de papa. Fausta con sus ojos cerrados, se permite disfrutar de aquel anhelado aroma. Un aroma que quizás se aproxime al olor del mar.
Alessandra Gómez.
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Ilustraciones infantiles
Pájaro urbano. Caracas 40x30 cm acuarela sobre papel